miércoles, 24 de octubre de 2018

Que es la historia?


La historia (…) tiene un campo de trabajo peculiar que no es, ni puede ser, el ‘pasado’” (Moradiellos, Enrique, 2013, p.34) nos dice Enrique Moradiellos, entonces ¿qué es la Historia si no es el estudio del pasado? Esa duda puede ser inmediatamente seguida por ¿Cuáles son las responsabilidades o tareas que le corresponden a un historiador? Y finalmente ¿Qué función cumple el historiador en la sociedad? En este pequeño ensayo indagaré en estas cuestiones.

¿Qué es la Historia? [en tanto ciencia social] es la pregunta elemental que surge al emprender el estudio de esta disciplina. Una primera aproximación a una definición podría expresarse de la siguiente manera: La historia es el estudio del pasado, pero tal definición seria rápidamente refutada por argumentos tales como el de Enrique Moriadellos citado en la introduccion o el siguiente de Marc Bloch: “¿De qué manera se puede tratar como materia de conocimiento racional, sin previa delimitación, a una serie de fenómenos cuyo único punto en común es el no ser contemporáneos?” (Bloch, Marc, 1958, p.54). El argumento de Enrique Moradiello hace mencion del hecho de que el pasado, por definición, no existe, es tiempo pretérito, inaccesible y, por lo tanto, imposible de ser analizado científicamente. (Moradiellos, Enrique, 2013). Orientados por estas dos críticas podríamos perfeccionar nuestra definición de Historia delimitando el universo de fenómenos que formarán parte del campo de la Historia y reflexionando en la naturaleza de las entidades que son objeto de estudio de la Historia.
 ¿Qué característica distingue la Segunda Guerra Mundial, la muerte de Sócrates, el Imperio Incaico y el periodo Sengoku en Japón de otros sucesos pasados como la extinción de los dinosaurios, la evolución de la vida vegetal en la tierra o la separación del supercontinente Pangea? Todos estos acontecimientos tuvieron lugar en el pasado, pero los del primer grupo indudablemente pertenecen al ámbito de la Historia, mientras los del segundo grupo pertenecen a otras disciplinas. la respuesta se puede advertir muy fácilmente: los primeros sucesos incorporan a la humanidad, a los hombres. Como bien señala Bloch “la historia quiere captar a los hombres” (Bloch, Marc, 1958, p.57).
 Analizando la refutación de Moradiellos debemos preguntarnos ¿cómo generamos conocimiento del pasado si este, por su misma naturaleza, es incognoscible? El mismo Moradiellos nos ofrece una respuesta a esta interrogante: el conocimiento del pasado se obtiene a través del análisis e interpretación de los residuos -fuentes históricas- que fueron generados en ese tiempo pretérito. Las fuentes históricas que existen en nuestro tiempo son viables de ser estudiadas por los historiadores contemporáneos, quienes pueden interpretarlas para generar una narración que dé cuenta de su creación o su surgimiento.
Incorporando estos nuevos elementos podríamos definir a la Historia como la disciplina que se dedica a comprender y narrar el devenir de los grupos humanos a lo largo del tiempo basándose en el estudio e interpretación de las fuentes históricas pertinentes. Pero el historiador no enfrenta esta titánica tarea en soledad, puede recurrir a otras ciencias para obtener sus fuentes en caso de que el objeto de estudio carezca de suficientes documentos históricos; tal como evidencia George Duby en el capitulo "Advertencia" del libro "Economia rural y vida campesina en el Occidente Medieval", cuando menciona la necesidad de recurrir a la arqueología y a la geografía agraria (Duby, George, 1999) para poder construir conocimiento historico.
La aparición del vocablo “interpretación” en la definición de Historia revela la presencia constante de un ingrediente subjetivo, pero esto no implica caer en el escepticismo de creer que cualquier interpretacion de la historia es correcta o, por el lado opuesto, el nihilismo de pensar que no existe una interpretacion objetiva. Tal como expone Edward Carr en el clasico texto historiografico "Que es la historia?": “No puede deducirse, porque la interpretación desempeñe un papel necesario en la fijación de los hechos de la historia, ni porque no sea enteramente objetiva ninguna interpretación, que todas las interpretaciones sean igualmente válidas y que en principio los hechos de la historia no sean susceptibles de interpretación objetiva.” (Carr, Edward, 1961, p.36)

Establecidos estos puntos podriamos preguntarnos sobre la razón de ser del historiador, su función social. A decir de Josep Fontana el objetivo del historiador es aportar conocimientos que sirvan para mejorar el destino de los hombres y mujeres (Fontana, Josep, 2006). Cabe preguntarnos ¿Qué diferencia existe entre la vida de quien conoce los pormenores de la Batalla de Gibraltar y quien no sabe nada de ella? La diferencia entre estos hipotéticos individuos es, en ciertos casos, nula. El mero conocimiento de los fenómenos históricos no basta para brindar a un individuo las herramientas para alcanzar una comprensión superior de los problemas con los que se enfrenta diariamente, para que ello suceda debe mediar un marco referencial que le permita relacionar el pasado y el presente (Pigna, Felipe, 2004). La existencia de este marco referencial permite la plena conciencia de que el presente en el que vivimos es el resultado de las victorias de determinados proyectos políticos y el triunfo de determinados valores, y que existieron infinidad de proyectos alternativos que fueron derrotados, y que esas batallas se continúan dando hoy en día en una infinidad de ámbitos, desde los ambitos politicos y militares hasta los academicos, religiosos e incluso deportivos.
Los riesgos de ignorar la Historia son muy graves, parafraseando a Ruiz Domenec la historia es necesaria; las consecuencias de la ausencia de la conciencia histórica están perfectamente ejemplificadas en un texto escrito por Rodolfo Walsh en 1969 en el contexto de las luchas sociales por los derechos laborales en Argentina: “Nuestras clases dominantes han procurado siempre que los trabajadores no tengamos historia, no tengamos doctrina, no tengamos héroes ni mártires. Cada lucha debe empezar de nuevo, separada de las luchas anteriores. La experiencia colectiva se pierde, las lecciones se olvidan. La historia aparece, así como propiedad privada cuyos dueños son los dueños de todas las cosas.” (Walsh, Rodolfo, 1969)
La disciplina de la Historia es uno de los varios ambitos donde existe una lucha entre actores que buscan conservar y actores que buscan transformar las relaciones de poder. Y seria formidable poder colaborar en la construccion de “(…) una clase de historia que aspire no tanto a acumular conocimientos como a enseñar a pensar, a dudar, a conseguir que nuestros alumnos no aceptes los hechos que contienen los libros de historia como si fuesen datos que hay que memorizar, certezas como las que se enseñan en el estudio de las matemáticas, sino como opiniones e interpretaciones que se pueden y se deben analizar y discutir.” como lo expresa Josep Fontana.